La ritualidad en México y Día de Muertos

por | Oct 12, 2021 | Comunidad de Mujeres | 0 Comentarios

Mujer de Tlahuitoltepec, Oaxaca. Foto @pamantuk

para los pueblos prehispánicos y los pueblos originarios que forman parte medular del México actual, los días dedicados a los muertos son de crucial importancia pues en general podría decir que, aunque se encuentran en otro plano de existencia, para muchos, los muertos siguen formando parte de lo que pasa en el mundo y estas fechas sirven para recordarlo, remembrarlo y sobretodo no perder un hilo de comunicación con los que se nos adelantaron, pero que siguen siendo parte de un pueblo.”


México es un territorio diverso en el que cada pueblo expresa la ritualidad acorde a sus propias costumbres. La celebración de Día de Muertos es un reflejo de esta pluralidad, pero tiene el común propósito de honrar a los ancestros, celebrar su vida y hacerles saber que son recordados, que como bien nos dice la etimología de esta palabra, se trata de volver a pasar por el corazón. Es así, como entre el humo del copal, el olor a vela y flor de cempasúchil, el velo se torna más fino para que los difuntos regresen a sus hogares y los corazones de su familia.

Este mes, para hablar de ésta y otras ritualidades de México, hemos entrevistado a una mujer que se adentró con el corazón en la vida ceremonial del Pueblo Mixe. María del Carmen Castillo Cisneros, conocida por todos como Pame, es doctora en Antropología Social e investigadora del INAH, pero su curiosidad siempre la conduce a espacios varios de creación que salpimientan lo académico. Trabajó durante dos décadas con pueblos indígenas de Oaxaca en temas de ritualidad, memoria textil, mezcal y cultura culinaria. Recientemente se trasladó a Yucatán donde continúa su trabajo antropológico intercalado con la escritura y la cocina. Su tesis doctoral, Ser Majääw: Ritualidad ayuujk en Tlahuitoltepec Oaxaca es un obra que narra una necesidad profundamente humana: los rituales, la necesidad de ritualizar, los sueños, la relación con entes extrahumanos, la conformación de la persona.

En el libro Ser Majääw: Ritualidad ayuujk en Tlahuitoltepec Oaxaca, hablas de la ritualidad Mixe adentrándote en la vida ceremonial del pueblo ayuujk ¿cómo fue tu camino de aprendizaje y que te aportó en lo personal?

Este libro comprende un viaje que comenzó en 2005 y culminó en 2014; así que para mi representó no solo la investigación y el trabajo de campo para mi tesis doctoral sino un ciclo en mi vida tanto académica como personal. Para mi, el pueblo ayuujk es mi gran maestro en antropología pues si bien yo comencé con un interés meramente académico, el tiempo fue marcando aprendizajes sobre cómo quiero realizar mi trabajo antropológico. Este pueblo me enseñó a través de su vida ritual la importancia de los ciclos, de los momentos y de su lenta cocción. Me mostró el trabajo comunitario, la importancia del diálogo y sobretodo me dio la oportunidad de vivir de cerca su ritualidad.

Además, de ello, tengo la fortuna de contar con grandes amigos y colegas con quienes intercambio saberes, opiniones y afecto. Pienso que la ritualidad que vive este pueblo forma parte de un complejo sistema sobre ser y estar en el mundo que los ayuujk me fueron compartiendo y que continúan enseñándome día con día.

La ritualidad es una parte esencial en la cosmovisión de los Pueblos de México ¿Qué representa en las comunidades y en la forma de vida comunitaria?

Mi entrada a la vida mixe estuvo marcada por la asistencia a un ritual. La primera vez que fui a Tlahuitoltepec presencié un kojpk pääjtïn, un encuentro con la raíz, un ritual en el cerro sagrado Zempoaltépetl. Fue así, que sin entender casi nada de ello, presencié desde la elaboración de ofrendas, preparativos y posterior puesta en escena en el cerro. De ahí que surgieran todas las preguntas de mi investigación y sobretodo me cuestioné sobre las lógicas detrás que llevaban a los ayuujk a hacer rituales constantemente.

Efectivamente la vida ritual forma parte de la cotidianidad de los pueblos, es parte de su quehacer y está íntimamente ligada al territorio compartido y a los seres, además de los humanos, con quienes comparten el espacio. Forma parte de intercambios y relaciones entre distintos seres para lograr el equilibrio y continuar con la vida comunitaria.

Estamos cerca de una de las tradiciones más importantes de México, Día de Muertos.  ¿Nos podrías contar algo acerca del origen?

Definir algo así como el origen sería muy apresurado y tal vez muy poco preciso. Yo sé que nos gusta saber siempre de principios de momentos prístinos pero con tradiciones de hace miles de años no se puede ser tan atinado. Además, las festividades asociadas a la muerte no son propias de México, el culto a los ancestros es un lugar común en muchas de las culturas del mundo.

Ahora bien, es cierto que para los pueblos prehispánicos y los pueblos originarios que forman parte medular del México actual, los días dedicados a los muertos son de crucial importancia pues en general podría decir que aunque se encuentran en otro plano de existencia, para muchos, los muertos siguen formando parte de lo que pasa en el mundo y estas fechas sirven para recordarlo, remembrarlo y sobretodo no perder un hilo de comunicación con los que se nos adelantaron, pero que siguen siendo parte de un pueblo.

Pero lo que es importante recalcar es que, si bien los primeros días de noviembre la fiesta de los muertos se extiende a lo largo y ancho de México, hay también otros momentos que forman parte de la vida ritual de los pueblos en que los muertos son involucrados como interlocutores, ejemplo en ceremonias del ciclo de vida, presentaciones, rituales de protección. Lo que constata que su presencia y convivencia va más allá de una fecha específica de celebración. El calendario mesoamericano precolombino deja ver claramente que había distintos tipos de muertos y por tanto distintos tratamientos y fechas para interactuar con ellos.

¿CÓMO SE ENTIENDE ESTA TRADICIÓN EN la Ritualidad ayuujk?

Para hablar sobre la muerte, en el caso mixe, vale la pena destacar que la palabra es o’ojkïn y existe una relación entre esta palabra y el verbo moler, pues para los ayuujk, morir es convertirse en molido fino, en polvo fino y de esta forma regresar a la tierra. Todo esto me lo contó el profesor Palemón Vargas quien me dijo que por eso se dice wïmpejtïn tïkäjtsïn, donde wïmpejtïn es regresar, retornar y tïkäjtsïn es cambiar o cambiado: regresar otra vez a la tierra, pero “cambiado” dicho en el sentido de que en vida uno fue diferente, pero con la muerte se transforma.

Así, el cuerpo fallece y se hace uno con la tierra para después reiniciar el ciclo. Dicho regresar a la vida como polvo se produce en el cementerio, la casa de los antepasados, por lo que morir es también regresar al lugar de los abuelos. El día de los muertos recuerda de alguna manera este ciclo, de los que se adelantaron pero regresaron cambiados a estar con nosotros y por eso los cementerios se adornan con flores y alimento en esos días.

La muerte era incluida como parte de la vida en muchas culturas antiguas, sino en todas. Sin embargo, ha pasado a convertirse en un tabú en muchas de ellas ¿cómo consideras que incide en lo cotidiano y la cultura actual que siga viva esta tradición en México? 

Como mencioné arriba la muerte forma parte de un ciclo en el que todos estamos involucrados. Sin embargo, este ciclo no es entendido de igual manera en todas las culturas. Occidente ha tenido sus propias formas de abordar la muerte que no son ni buenas ni malas, simplemente diferentes y estas formas son transmitidas y heredadas. Ahora bien, si la tradición de festejar a los muertos en los pueblos originarios ha sobrevivido es por un ejercicio de resistencia de estos mismos pueblos a su cultura frente a los embates de la modernización. Lo interesante y que, desde hace unos años vemos, y cada vez con más fuerza es la reelaboración que de esas tradiciones se da en espacios urbanos al grado de ser ahora una fiesta que pareciera que siempre había sido así y esto no es cierto.

La forma de celebrar estos días en la ciudad de Oaxaca ha cambiado mucho de 2001 cuando yo llegué a ahora, veinte años después, pero también ha cambiado al interior de las comunidades. Esto responde a un sinfín de cosas, pero en particular creo que “la patrimonialización” como proceso que involucra territorio y cultura ha tenido mucho que ver en ello. Como ejemplo de ello un antes y un después de la película Coco y la de James Bond.

Sin extenderme mucho quisiera solo decir que la idea de celebrar la muerte como se celebra en muchos pueblos de México no demuestra que se tenga necesariamente una concepción muy diferente de lo que significa ese trayecto a otro plano de existencia que también es doloroso para los adeudos. Dicho en otras palabras, no es que en occidente sea un tabú o duela más; duele también para los miembros de las comunidades originarias y pesa como a cualquiera, porque forma parte del mundo de los afectos. Sin embargo, las formas de relación y de interacción con los que se adelantaron y cómo éstos forman parte de la cotidianidad y de las decisiones, es lo que cambia.

¿Qué nos podrías decir del papel de la mujer dentro de la vida ceremonial de los Pueblos? ¿Hay alguna diferencia con el de los hombres?

La participación de las mujeres es crucial en la vida ceremonial de los pueblos, como es la de los hombres. Dependiendo la comunidad o el pueblo al que se pertenece hay reglas, normas a seguir y espacios delimitados tanto para unos como para otros. Pero por lo que he podido ver existe siempre una complementariedad. En el caso mixe, son las mujeres las que preparan infinitas ofrendas, pero también los hombres tienen actividades. Hay a su vez especialistas rituales hombres como hay mujeres, en mi caso fue con éstas últimas con las que tuve mayor relación y de quienes aprendí gran parte de lo que expreso en mi libro sobre Ser majääw. En mi opinión, la ritualidad y la vida misma no son concebibles sin la participación de las mujeres. Ahora bien, eso no exime que exista maltrato y relaciones desiguales al interior de cada comunidad.

Desde mi punto de vista, las cocinas son por lo general espacios femeninos y ahí se confeccionan de manera específica alimentos que son destinados a los humanos y otros que son destinados para las deidades, los muertos y otras potencias que habitan el territorio. En este sentido las mujeres son las guardianas de saberes que implican métodos especiales, cocciones y tiempos que seguramente se pasan de generación en generación y que los hombres pudieran no conocerlas del todo. 

Regina, cocinera tradicional Mixe junto a su hija Sharon tras la preparación del Machucado, platillo ritual de la región.
Foto de nacionmixe

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