“¿Qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Cambiar de ilusiones y de prejuicios.”
―Anatole France
Viajar es una actitud ante la vida, una forma de sentir, de mirar y de escuchar que poco tiene que ver con cambiar de lugar o permanecer, sin embargo, recorrí muchos kilómetros hasta descubrir esa verdad.
¿Qué es viajar?
Es un impulso que brota de la avidez de estímulos, de la voluntad de explorar nuevos territorios y a ti en esos contextos diferentes. Saltar a lo desconocido y desafiar todo aquello que aprendiste con la disposición clara de reescribir tu historia. Viajar es abrir el corazón, la mente y partir al encuentro de una realidad que va a converger con mucho de lo que somos hasta ese momento.
Cerrar un capítulo y abrir otro, navegando entre la nostalgia y la excitación que ambos provocan llegaremos a la puerta de entrada de la aventura. Una aventura en la que aprenderemos a enfrentarnos a nuestras expectativas y a los planes.
Los maestros del camino
Comprenderemos el valor de la soledad tanto como el de los encuentros, sintiendo el poder transformador que ambos contienen. Viviremos todo tipo de experiencias y amaremos personas que aparecerán en el camino para ayudarnos a crecer y enseñarnos. Maestros en todas las manifestaciones que nos acompañan a renovar las prioridades y los valores, a ajustar las necesidades y cambiar la percepción.
A veces serán personas que contienen viajes en sus arrugas, a veces serán niños regalando la alegría de una mirada capaz de encenderlo todo. Conoceremos lugares y también ellos serán maestros, porque los lugares tienen alma y aprender a escuchar su silencio y sus misterios nos permitirá adquirir un nuevo lenguaje. Buscaremos y encontraremos, a veces lo esperado, otras no, pero siempre será lo necesario en ese punto del camino.
El destino de todo viaje, eres tú.
En algún momento del viaje nos encontraremos en el espejo con la pregunta ¿Qué buscamos? en ese instante quizá la vida nos detenga los pasos dándonos la calma para contestar y poder descubrir que el destino de todo viaje somos nosotros mismos.
Un viaje no comienza ni acaba porque la verdadera aventura empieza cuando abrimos los ojos por primera vez y termina cuando los cerramos. Descubriremos que nuestro hogar somos nosotros y podremos apreciar el vínculo a las personas que amamos, así como a los paisajes que nos emocionaron, porque ambos nos han hecho ser quien y como somos. En ese punto de confluencia de los tiempos, se revela nuestra evolución para contemplar como lo nuevo somos nosotros, nuestra visión es otra y siempre seguirá cambiando. No importa que regresemos o sigamos buscando, porque cuando comprendemos que el viaje siempre sigue su curso en nuestro interior, todo es nuevo vayamos donde vayamos.
El poder de asombrarse
El verdadero reto, la aventura más extraordinaria, es sentir el viaje que comienza con cada amanecer. Comprender que la misma energía fluye de una pequeña fuente de la montaña, como en la más poderosa cascada, lo que cambia es nuestro poder de emocionarnos, de sorprendernos, la entrega y receptividad que depositamos en las experiencias que vivimos y cada pequeño gran acontecimiento de la vida.
Cambiar de contexto es un sano ejercicio, pero para eso no es necesario cruzar océanos. Lo nuevo también reside en esa plaza con árboles en la que nunca te sentaste, en esa persona con la que te miras cada día pero nunca antes cruzaste palabra. Viajar es exponerse y abrir el corazón, en ese acto de entrega sin condiciones es cuando la vida te llena de energía en forma de ideas, de creatividad, de paz y de enseñanzas.
La aventura de viajar cada día
Si conseguimos mantener los sentidos abiertos para reconocer la magia de cada instante, si comprendemos que somos nosotros los que creamos todas las posibilidades de aprender y crecer, entonces simplemente caminamos, entre lugares nuevos y los de siempre. El contexto ya no será importante, porque es nuestra capacidad de tomar cada día de la vida como una aventura excitante la que nos convierte en viajeros infinitos.
¡Buen camino!
Bianca Bodero
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Del 12 al 19 de abril
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